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sábado, 29 de marzo de 2008

Del Crepúsculo al amanecer


Comentarios a la hora del ascenso

La pelota pica, el cesped está recién cortado y fresco. Ese que mancha las rodillas y huele amargo. Finalmente el balón se fue de la cancha por el lateral izquierdo y quedó adormecido junto a un cartel de publicidad de manteca. Corrían 33 minutos del segundo tiempo y el encuentro se acomodaba en un plácido 0 a 0. Sin embargo, el experimentado delantero del Deportivo Sacachispas de Chiquimula, Julio Aris Leiva, no paraba de provocar a nuestro amigo Fermín Paniaugua, que en ese momento engalanaba con su estampa la camiseta del Deportivo Coatepeque.

Leiva, un tipo de color aceituna, como diría un progresista sobre la piel de Pablo Milanes, es un jugador amañado, áspero, engañador, pero goleador al fin. Hizo 104 goles en su carrera por las divisionales del ascenso guatemalteco.

A Paniagua esta vez le toca jugar de back central. Lo agarra a Leiva, lo camisetea, le clava los tapones en las canillas, le refriega un pedazo de virulana por la parte superior del ano, pero el aceitunado dueño de 235 quintales de soja en la localidad de Puptún del departamento del Peten, no da respiro y yerra por vigésimo cuarta ocasión una oportunidad clara de convertir.

De vuelta del último pifie de Leiva y ya circundando por la mitad de la cancha Paniagua lo increpa: ¿Qué es lo que buscás?,¿Cantá o te hago cagar la cosecha? Leiva arrastra los pies, camina lento, con la cabeza apuntando al césped hasta que se agacha y lo invita a Paniagua a imitar el gesto. Ahora los dos futbolistas están en el centro del campo agachados frente a frente, despidiéndose bocanadas de aliento cargado de buseca y vino tinto. Mantienen las miradas firmes. El partido se juega en al área del Deportivo Sacachispas. El técnico del Coatepeque se desgañita insultando a Paniagua para que vaya a buscar el centro. Pero es inútil. El técnico, Paniagua, Leiva, la situación, el todo. Leiva toma de la nuca a Paniagua y le hecha un "quiero hablar como la presidenta". Paniagua siente que le transpira el recto por dentro y se le resbalan las vísceras. Es el verdadero dolor, el más hondo, el más profundo y queda mirando el suelo.

A los pocos segundos el comandante, o el general, o el presidente Hugo Chávez Frías, sacude los hombros de Paniagua: "¿y qué respondiste tú, compañero Paniagua?". "Nada", sorprende el ex futbolista. De inmediato Hugo Frías le calza nuevamente el traje de paracaidista a Paniagua. "Ahora me vas a enseñar a despejar centros de cabeza desde el sector izquierdo arrojándonos en paracaídas desde la cúpula del Palacio, miserable ex futbolista menchevique".

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